El Che Guevara y el fútbol: Un guardameta revolucionario



El 14 de junio de 1928 nacería en la ciudad argentina de Rosario uno de los personajes históricos más relevantes del siglo XX: Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como Che Guevara. Conocido por su papel fundamental en el desarrollo de la revolución cubana que provocó la caída del régimen dictatorial de Fulgencio Batista, el Che era mucho más que un guerrillero. Una persona con enormes dotes de oratoria pese a sus problemas de asma, ideólogo con fuerza en sus palabras revolucionarias, llegaría a graduarse como médico en 1953 a través de la Universidad de Buenos Aires.
Su fotografía más famosa, que ha sido inmortaliza en paredes, pancartas, camisetas e incluso tatuajes, también la vemos en banderas que ondean algunas gradas de estadios como el del club alemán St. Pauli. Esa instantánea tomada en 1960 por el fotógrafo cubano y comunista Alberto Korda ha llegado a denominarse como “la más famosa fotografía e icono gráfico del mundo en el siglo XX" por algunas instituciones (por ejemplo, el Instituto de Arte de Maryland (Estados Unidos). El propio autor determinó que “como defensor de los ideales por los que el Che Guevara murió, no me opongo a la reproducción de la imagen para la difusión de su memoria y de la causa de la justicia social en el mundo". Como comprobamos a día de hoy, no falló. 
Se conoce que, desde edades tempranas, el Che mostró amor al fútbol, aunque es cierto que su deporte favorito fue el rugby, al que dedicó muchos años de su juventud. Según su niñera, Rosario Gónzalez, un día que jugaba con otros niños en la calle, Ernesto volvió a casa para coger un pantalón. Ella le preguntó qué hacía con él, a lo que contestó “es para el Negro, que tiene su pantalón roto y no puede jugar. Además, ¿por qué yo voy a tener diez pantalones y mi amigo ninguno? Sus padres no tienen dinero”. Con esta anécdota uno puede comprobar que apuntaba maneras, sin duda. Todas las noticias coinciden en hablar del joven Ernesto como un chico delgado, un poco enclenque. A ello se le sumó el problema respiratorio que le acompañaría desde su nacimiento. El asma limitó sus movimientos y acciones también en el terreno de juego, por lo que el puesto que ocupó en el equipo de su escuela fue el de portero, evitando los agotamientos prematuros ocasionados por su afección.



Por otro lado, parece ser que el Che era aficionado del Club Atlético Rosario Central. Algunos dicen que el motivo se debía a una clara rebeldía contra los dos grandes del fútbol argentino, Boca Junior y River Plate. Aparentemente, el ídolo de Ernesto fue un jugador muy habilidoso y con mucho carácter: Waldino Aguirre, apodado el Torito. Pese a ser un el máximo goleador de la historia de Central y una de las figuras más importantes del fútbol argentino en las décadas de los años 40 y 50, Aguirre tuvo problemas con el alcohol tras finalizar su carrera deportiva y vivió durante muchos años en condiciones de mendicidad. Este emblema del club llegó a Rosario en el año 1941, cuando el Che tenía 13 años, algo que le dejó marcado. Aunque nadie recuerda haber visto al Comandante en las gradas del estadio de Central, se conoce que seguía con enorme efusividad todos los partidos y por supuesto, las hazañas de su ídolo el Torito.
Más tarde, en el año 1951 el Che se encaminó a una de las aventuras más reseñables de su vida junto a un amigo de infancia, Alberto Granado. Ambos realizaron un enorme viaje en moto, una Norton de 500 cc a la que llamaron La Poderosa II, con el objetivo de recorrer América del Sur. La idea principal fue la de recorrer todo el continente, desde Córdoba (Argentina) hasta Estados Unidos, sin embargo, el duro examen al que sometieron al vehículo durante todo el camino hizo que pereciera en Santiago de Chile. Sea como fuere, los dos colegas llegaron a Colombia a mediados de 1952, concretamente al municipio de Leticia. En este centro, el Che y Alberto conocieron al gerente del equipo local, denominado Independiente Sporting. Ambos convencieron al dirigente para poder trabajar con ellos en la administración y gestión del club. Sin embargo, el equipo poseía poca calidad en el terreno de juego y los propietarios colombianos pensaron que los dos amigos argentinos podrían servirles de ayuda.
En un principio ocuparon el puesto de entrenadores, pero pasaron a la acción en poco tiempo; Alberto jugaría como delantero con el apodo de Pedernerita (muchos decían que se asimilaba al fantástico goleador Adolfo Pedernera, uno de los mejores jugadores de la historia de River Plate) y Ernesto de portero debido a su asma. Ese año este humilde club colombiano hizo historia al llegar a la final de un torneo que perdieron en la tanda de penaltis, siendo Alberto una pieza fundamental del Independiente. El Che, por su parte, hizo bien su trabajo en portería, llegando a parar un penalti en el campeonato que, según una carta dirigida a su madre, “va a quedar en la historia de Leticia”.
Curiosamente, en su estancia en Colombia, el Comandante conocería a uno de sus grandes ídolos, y a su vez, con el paso del tiempo, de la afición madridista: Alfredo di Stéfano. La Saeta Rubia, como apodaron al astro argentino, entabló una extendida conversación con el Che en un restaurante donde coincidieron. Di Stéfano, que jugaba por aquel entonces en el Club Millonarios, regaló dos entradas a Ernesto para poder ver el partido que enfrentaría a su equipo contra el Real Madrid. Quién diría que ambas figuras se convertirían en unos auténticos emblemas, cada uno en su campo de juego.
La última evidencia que tenemos del Che en el contexto futbolístico se sitúa en el año 1963, concretamente, en Santiago de Chile. Habiendo triunfado la revolución cubana y ocupando el cargo de Ministro de Industria de Cuba, el Comandante viajó a Chile junto a su amigo Granado, donde jugarían un partido amistoso. Allí, ambos colegas se colocaron la camiseta del Club Deportivo Madureira para enfrentarse a la Universidad de Santiago de Cuba. El club para el que jugó el Che llegaría a rendirle homenaje quince años después colocando su icónica foto y un lema como fue “Hasta la victoria siempre” en su indumentaria.
Sin duda, el espíritu revolucionario y la figura de Ernesto Guevara pervivirá para siempre, incluido en el fútbol. De hecho, hoy por hoy podemos ver un club argentino denominado Club Social, Atlético y Deportivo Ernesto Che Guevara, el cual trata de homenajear al Comandante y promover la igualdad y la integración social. Seguiremos viendo esa foto icónica en gradas de estadios, ondeando al viento y vibrando al son de los cánticos de aquellos que, con fuerza, igual que el Che, apoyan su causa. Lo que sientes por el fútbol, no se explica con palabras.

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